Desafíos en ciencia y tecnología
“El anuncio de la creación de un ‘Consejo del Futuro', que asesore directamente a la Presidencia, parece un paso apropiado”.
El inicio del receso parlamentario impidió —la semana pasada— que el proyecto de ley que crea el Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación fuese votado en su último trámite legislativo en la Cámara de Diputados, luego de que fuera despachado por la comisión de Hacienda. Así las cosas, la votación quedó postergada para marzo.
La iniciativa apunta a crear una nueva institucionalidad para fomentar y apoyar la investigación en Chile, y que al mismo tiempo defina una estrategia a largo plazo que fortalezca y amplíe el desarrollo e innovación tecnológica.
En este contexto, y en línea con lo dicho por el propio Presidente electo, las autoridades que asumirán el próximo 11 de marzo tendrán un desafío no menor: aumentar, por un lado, la inversión en ciencia y tecnología (que hoy es el 0,39% del PIB, en comparación al 2,38% de la OCDE), y, por otro, sacar adelante una nueva institucionalidad, fortaleciendo los aspectos positivos de la propuesta enviada por la actual administración y haciéndose cargo de los vacíos que se han planteado respecto del proyecto.
A pesar del amplio consenso político y académico que generaba la iniciativa, fueron varias las voces que alertaron sus falencias: principalmente, que no define un presupuesto fijo, que no plantea una “visión” interdisciplinaria de las ciencias y que no establece el rol que jugará la Corfo al interior del futuro ministerio en los asuntos concernientes a la innovación. De hecho, a mediados de enero, siete Premios Nacionales (Pablo Valenzuela, Cecilia Hidalgo y Miguel Kiwi entre ellos) señalaron que “el proyecto de ley omite de sus funciones a las ciencias sociales, las humanidades y las artes (…) omisión que lo condena a la incapacidad de enfrentar desafíos complejos”.
En paralelo, y como muchas veces, la discusión pública en torno a estas iniciativas se ha planteado como una mera expresión de intereses corporativos (mejoras salariales, financiamiento de proyectos o inserción laboral), es deseable que la próxima administración emprenda un debate —hasta ahora sin espacio— sobre el modelo de desarrollo que en ciencia e innovación necesita el país. En esa línea, el reciente anuncio de Sebastián Piñera sobre la creación de un “Consejo del Futuro”, que asesore directamente a la Presidencia en estas materias, puede ser visto como un paso en esa dirección.
Los amplios desafíos que presentan la ciencia y tecnología —desde la diversificación económica, pasando por la producción de alimentos, hasta la cura de enfermedades, entre otros— no sólo requieren de una institucionalidad más moderna, ingentes recursos y una mayor participación del sector privado, sino que también de un compromiso político que, hasta el momento, no ha dado cuenta cabalmente de dichos retos.